Angela abraza a su hija y se entrega al vaiven de sus pensamientos.Mira a su hija como la primera vez, ojos increíblemente negros y brillantes, tez negra, mota apretada en la cabeza. Hermosa. Frágil.
Angela piensa en su propia infancia en su Manaos natal de la que ahora se aleja, con cada vuelta de catamarán y revoleo de espuma.
Angela voltea un poco la cabeza para mirar la costa , que se hace cada vez mas pequeña.
Angela no se pregunta nada más, el tiempo de las respuestas pasó como una ráfaga de olvido en medio de los días interminables, las montañas de ropa sucia y los pisos sin fregar.
Angela mira la espuma del mar y el cielo azul , y los pastos de la costa y sonrie ante tantos colores.
Se acuerda del dia en el que uno de los señores al que le limpiaba la casa una vez por semana, le enseñó los colores, el círculo cromático , la escala de Munsel y luego le mostró varios libros con fotografías.
Angela miró con asombro y emoción la imagen de un hombre hermoso de piedra.
-Es el David, le dijeron.
A partir de ese día, Angela podia oler los olores a uva y aceituna de una ciudad donde el cielo era siempre azul y nunca llovía.
Luego el señor fallecio y vinieron los hijos a desarmar la casa, llevandose lo que consideraron de mas valor. Por suerte para Angela, abandonaron muchos de los libros de arte que no pudieron meter en las valijas.
Angela se hamacaba en la puerta de su casa las tardes de lluvia , cuando volvia de trabajar con esos libros y pensaba en esa ciudad, con esa escultura gigante en su plaza principal, y los tejados rojos y las flores y el mar y las uvas , y los olivos.
Angela no sabe cuanto tiempo va a llevarle llegar a Florencia, pero ha encontrado su destino y eso es mas que lo que cualquier ser humano podria soportar.